5 mitos sobre los hábitos en niños y adolescentes
y cómo podemos ayudar a superarlos

Por: Oscar Javier Arciniegas Garzón

Si alguna vez has intentado que tu hijo lea más, sea más ordenado, coma mejor o pase menos tiempo frente a una pantalla, sabes que formar hábitos no es nada fácil. Empiezas con toda la buena intención del mundo… y al poco tiempo, te preguntas por qué no está funcionando. 

La verdad es que formar hábitos en niños y adolescentes es un proceso que toma tiempo, paciencia y mucha constancia —y a veces, también desmontar algunas ideas que simplemente no son ciertas.

En esta columna te comparto 5 mitos muy comunes sobre la creación de hábitos y qué podemos hacer como padres para superarlos y acompañar mejor a nuestros hijos en este proceso.

  1. “Si no da resultados rápido, es porque no sirve”

Este mito es muy común. Empezamos con fuerza, hacemos un calendario, unas reglas, y después de una semana… nada cambia.

La verdad: Formar un hábito no es cosa de días, a veces ni siquiera de semanas. Se necesita tiempo.

¿Qué hacer?: Empieza con cambios pequeños, que puedas mantener. Un hábito sólido no nace de un gran esfuerzo puntual, sino de repetirlo muchas veces. Apóyate en recordatorios visuales, crea rutinas y no te frustres si el cambio no es inmediato. La clave es no soltar el proceso.

  1. “El entorno no importa tanto, lo importante es la voluntad”

¿Te ha pasado que intentas que tu hijo lea más, pero en casa la tele está prendida todo el día? ¿O quieres que coma sano, pero la despensa está llena de golosinas?
La verdad: El entorno influye muchísimo.

¿Qué hacer?: Haz pequeños ajustes en el espacio: guarda lo que distrae, deja a la vista lo que quieres fomentar. Y lo más importante: que toda la familia se involucre. No tiene sentido pedirle a un niño que haga algo distinto si nadie más en casa lo hace.

  1. “Él ya sabe lo que se espera”

A veces damos por hecho que nuestros hijos entienden lo que queremos decir con frases como “sé más ordenado” o “pórtate bien”.

La verdad: Los niños necesitan instrucciones claras y concretas.

¿Qué hacer?: En lugar de decir “sé ordenado”, prueba con “guarda los juguetes cuando termines de jugar”. Además, mamá, papá y cualquier otro cuidador deben dar el mismo mensaje para que no haya confusión. La coherencia vale oro.

  1. “Está desmotivado porque es flojo o no le interesa”

Es fácil caer en la frustración cuando vemos que nuestros hijos no se animan con un nuevo hábito.

La verdad: Muchas veces no es desinterés, sino que no se sienten parte del proceso.

¿Qué hacer?: Invítalos a construir juntos el hábito. Pregúntales cómo prefieren hacerlo, en qué momento del día, qué les gustaría mejorar. Y celebra sus avances, aunque sean pequeños. Reconocer el esfuerzo es mucho más efectivo que señalar solo los errores.

  1. “Yo puedo enseñarle, aunque yo no lo haga”

Queremos que nuestros hijos coman mejor, lean más, se desconecte, sin embargo,  nosotros no siempre lo hacemos.

La verdad: Ellos aprenden más de lo que ven que de lo que les decimos.

¿Qué hacer?: Haz del hábito un reto familiar. Si todos apagan las pantallas después de cierta hora, es más fácil que lo respeten. Aprovecha la oportunidad para crecer juntos. El ejemplo es la herramienta más poderosa que tienes.

Los hábitos no se imponen, se construyen. En ese sentido, para que eso funcione, necesitamos constancia, un entorno adecuado y, sobre todo, coherencia como adultos. No se trata de ser padres perfectos, sino presentes y comprometidos. Por eso cuestionar estos mitos es un buen primer paso para empezar a formar hábitos que realmente perduren en ellos y en nosotros.   

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *